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23 ene 2012

La edad es solo un número.

Al verle no puede hacer otra cosa que esconderse, no puede mirarle a la cara sabiendo que le devolverá la cara con un gesto de esos suyos que tanto le duelen, de los que expresan asco. No puedo creer que no se acuerde de aquellas largas y tan profundas conversaciones que tenían antes, por tuenti o en persona, no puede soportar que ella haya sido algo tan importante para el y ahora haya pasado a no ser nada y que le haga esos gestos. Le decía que la amaba, que era demasiado, que era la razón por la cual el se levantaba, que sonreía gracias a ella sonreía, cuando antes de haberme conocido no tenia más ganas de vivir. Ella lo notaba, porque siempre había sido su amor platónico, siempre se había fijado en el, el lo era todo, salia al patio del colegio con la ilusión de poder encontrarle y decirle un hola. Pues ella iba a cuarto de primaria cuando el iba a sexto, ahora no, ahora ella va a primero y el a tercero. Ella siempre sabia que seria imposible pero antes de todo eso, ella volaba, se sentía en el cielo gracias a el, ella sabia que le importaba, algo pero ella le importaba. Todo esto empezó cuando le pegó un pelotazo en la cara y se cayó hacia atrás del impacto, el le ayudó a levantarse. En ese momento le pareció haber visto un ángel, la cosa mas preciosa del mundo jamás vista. Se dio cuenta, se le quedó cara de tonta cuando escuchó esa voz tan suave y tierna que le preguntó si le había hecho daño y si estaba bien. Hasta ahora ese fue su mejor día, el mas especial de su vida, en el que supo que el existía. Siempre le decía que la edad importaba y que ella era demasiado pequeña para el, que le quería y eso, pero no era lo que el estaba buscando. En ese momento quizás unas cinco veces a la semana, se le empezaba a humedecer los ojos, notaba como esas intensas lágrimas llenas de sentimientos le recorrían el rostro. Nunca ha entendido por que en una simple gota de agua tan pequeña puede caber algo tan grande como un sentimiento. Es un inexplicable hecho, increíblemente increíble. Ella sufría al verle con otras, el decía que se había vuelto una celosa, pero ella sabia perfectamente que solamente eran un miedo inmenso de perderle. Las cosas habían empezado a ir mal desde entonces y ella le repetía cada día que la edad no era importante en una relación, que lo que importaba era que los dos se amasen mucho. Pero el nunca le escuchó, siempre creía todo lo contrario. Pasó un año y ella se empezó a quedar sin amigos, sus padres la llevaban a psicólogos, pero nadie la entendía, lo que ella sentía por el era demasiado grande, no se puede expresar con palabras, es inexplicable. Ella sabia que era el último año que lo podría ver, por que al año siguiente el pasaba a bachiller y les apartaría la distancia. Hizo todo lo posible para gustarle, pero el no podía aguantala, de cada vez iba a peor. Se volvió una rutina insoportable. El sabia que la quería, pero no quería soportar las risas de sus amigos cuando se enteraran que salia con una niña de dos años y medio menor que el, el la echaba de menos, era verdad todo lo que le decía al principio de su amistad, pero el se lo guardaba todo. Llegó ese día, el día que todos esperaban, la fecha indicada a la distáncia, pues a el cuando se iba se le derramó una lágrima, ella permanecía con su preciosa sonrisa, era evidente lo que estaba pasando allí. Todos sabían que pasaba allí pero no lo entendían, ella se lo había dicho todo antes de que el se fuera, ya sabia toda la verdad, en cambio el nunca le volvió a decir nada. Al llegar a su casa ella se dio cuenta de que la razón de su existencia ya se había esfumado, que no quedaba nada por hacer ya, ese día ella estaba demasiado pálida, pero eso últimamente era normal. Se encerró en su habitación. Cuando los padres subieron para hacer un intento de que cenara, la encontraron tirada en el suelo junto a un charco de sangre y en la pared blanca ponía escrito con sangre “la edad no importa”. Esa noticia salió por todos los canales ese dia. La noticia le llegó a el, por amistades, por el telediario, el periódico... Su reacción fue increíble, empezó a ir solo y no comía nada, dejaba de salir a la calle, de hablar, ya no se conectaba para hablar con sus mejores amigos, ya no iba al colegio. Pues en cinco días vivió un infierno, y el empezó a entender a ella, sabia que el tampoco tenia nada que hacer ya, pensó en que en la otra vida podían estar juntos. En ese momento no lo pensó, hizo exactamente lo mismo que ella, pero el en cambio, escribió en la pared “ella tenia razón, la edad no importa, yo la quiero”.
Por: Raquel Mesquida Magro, mi todo. 

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